Desde hace unos años vivimos un boom de aplicaciones que nos hacen la vida más sencilla, son bastante fáciles e intuitivas, por lo que hacen que seamos capaces de llevar a cabo acciones que hace años no hubiéramos imaginado.

Estas herramientas han llegado al campo del branding y del diseño de marcas, donde diversas plataformas ofrecen la oportunidad de diseñar tu propia imagen a través de un editor online en unos sencillos pasos. Pero, ¿qué nos espera si utilizamos alguno de estos servicios? Hemos navegado por varios de estos sitios web para contarte el resultado de este “logo Juan Palomo”.

1. No es gratis 

Al introducir la búsqueda “diseño de logo online” en el buscador, de los diez primeros resultados nueve tienen la palabra “gratis” en su descripción. Al leer esto puede que pensemos que vamos a obtener un trabajo de calidad y gratuito, pero como vamos a explicar un poco más adelante, esto es un gancho para que comencemos el proceso, os prometo que al final hay que pasar por caja.

2. Mi logo... ¿Es solo mío? 

Creo que no. Lo primero que hemos hecho antes de empezar a usar el editor gráfico es leer las preguntas frecuentes. De todas las webs de la búsqueda anterior, solo una hace referencia a este aspecto “Los logotipos son públicos, pero no exclusivos”. O dicho de otra manera, nada puede impedir que otro usuario reproduzca, aunque sea de manera casual, la misma imagen que tú.

3. ¿Diseño original y exclusivo?

Cuando nos metemos en faena vemos que es muy fácil comenzar el proceso de “diseño”, hay multitud de botones “call to action” que animan a empezar. Introducimos el nombre que queremos que aparezca en nuestro logotipo, seleccionamos la categoría a la cual corresponde nuestro proyecto (“Deporte”, “Restauración”, “Venta al detalle”, etc) y… ¡Hola imágenes refritas!.

Lo que nos ofrece el editor es un montón de imágenes prediseñadas. Nadie nos pregunta sobre las particularidades del proyecto o nos asesora sobre la línea de acción más indicada. El primer resultado corresponde a la unión de nuestro texto con una imagen genérica. Nadie va a interpretar el nombre de tu negocio, si tiene un doble sentido o preocuparse por hacer algún guiño gráfico que potencie mucho más el resultado final.

En definitiva lo que tenemos es un pequeño dibujito sin alma, no una marca asentada y con un sentido con el que me gustaría empezar un proyecto importante, pero de todos modos… sigamos con el proceso.

4. Composición, colores y tipografía 

Una vez elegido un símbolo de la galería, tenemos acceso al editor, donde podemos cambiar los colores de los elementos, mover su colocación y tamaño o cambiar los colores o la tipografía.

El color, primer punto de atención. Éste está directamente ligado a la pantalla con la que trabajamos. Al seleccionar un elemento y abrir su editor de colores comprobamos como el modo de color que podemos tocar es Hexadecimal. Este modo es el adecuado para trabajar con colores web (claro, estamos trabajando con una aplicación online), pero ¿qué ocurrirá cuando tenga que coger mi imagen e imprimirla? ¿Se reproducirá con el mismo color naranja que seleccioné en la pantalla de mi smartphone? Pues seguramente no, ya que el espectro de colores que se puede reproducir a través de una pantalla no es el mismo que el que podemos reproducir en elementos físicos (como tarjetas, rótulos, camisetas…).

Es responsabilidad del profesional hacer una conversión de modos de color, para que nuestra marca se reproduzca de la manera más fiel posible sea cual sea el soporte. Las equivalencias de color (CMYK, RAL, RGB…) son básicas para ello, y es algo que no nos dan estas herramientas.

Las tipografías, vaya panorama… Existe un gran catálogo de fuentes que podemos emplear para la rotulación del texto de nuestra identidad corporativa. La gran mayoría entran dentro de lo que se conoce como “tipografías de rotulación”. Para que nos entendamos, la característica principal de este tipo de fuentes es que son excesivamente decorativas, llenas de florituras y adornos que en ocasiones dificultan la propia lectura.

Vamos, olvídate de querer rotular tu marca con una tipografía minimalista o elegante.

5. Ya he terminado, ¿dónde está mi logo gratis? 

Ya hemos acabado de customizar la imagen a nuestro gusto o al menos dentro de las posibilidades que nos ofrece el editor ¿Dónde está mi logo?

Como decía al principio, en este punto del proceso es donde la aplicación nos presenta su plan de precios, os dije que acabaríamos pasando por caja. Y más o menos en este apartado sí que coinciden todas las webs, ¡que casualidad!.

Es cierto que podemos descargar nuestra imagen en una primera versión gratuita. Lo que nos ofrecen las plataformas es enviarnos un archivo en formato de imagen png de baja resolución, de un tamaño aproximado de 200x200 px. Para que os hagáis una idea, el tamaño mínimo para la foto de perfil de twitter es de 400x400 px. Vale, cumplen lo prometido de darnos un archivo gratuito, aunque no diremos que este tamaño de completamente inútil para comenzar con un nuevo proyecto, sí se queda bastante corto.

6. Los paquetes de pago 

Una vez comprobado que no puedo empezar un nuevo proyecto en base a una imagen de 200x200 px, echamos un vistazo a lo que ofrecen los diferentes planes de pago y aquí hay multitud de ganchos. Desde darnos los archivos en alta resolución, a imprimir nuestras primeras tarjetas o hacernos toda una página web.

¿Y las versiones de mi logo? En el paquete de envío sólo estará la versión positiva de nuestra imagen, si queremos una versión monocroma, una composición secundaria para usos específicos, o algún otro extra habrá que pagar por ello.

Conclusión 

Es cierto que la tecnología puede facilitarnos muchos aspectos de la vida, pero en este caso, es muy difícil que pueda sustituir los conocimientos de un profesional, y no solo eso, sino su implicación.

La disciplina del branding ha evolucionado mucho, hoy en día no basta con crear un logotipo, hay que crear una marca y para ello hay que ir mucho más allá de lo que ofrece un editor con una serie de formas geométricas predefinidas. Hay que preocuparse por crear el alma del proyecto, lo que hará que su público se sienta identificado con ella y la aprecie.

Y todo este proceso no debe ser unilateral, en el proceso de creación deben estar presentes tanto agencia como cliente, asesorándose y acompañándose mutuamente en el proceso de creación para que el resultado final sea el óptimo.

En la ejecución final, hay que confiar que la mano de un experto nos dará la imagen más atractiva, y por supuesto, nos guiará sobre cómo hacer crecer la marca, como emplearla en cada situación que pueda aparecer (mediante manuales de marca, libros de estilo…).

En definitiva, la misión de un diseñador es estar tan orgulloso de la marca que ha creado como el propio cliente de mostrarla al mundo.

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